La Peregrinación de Ntra. Señora del Carmen de Cuyo nace en unión y armonía con Ntra. Señora de la Cristiandad – peregrinación que se realiza en Buenos Aires -, y otras tantas que, en distintos Santos Lugares del mundo, se congregan en virtud de mantener encendida la llama de amor hacia los Ritos sagrados y tradicionales de la Santa Madre Iglesia Católica: la Misa Tridentina. En este rito antiquísimo se manifiesta la debida Gloria a Dios, y el cariñoso y cercano amor a Su Madre. Es por esto que cientos de jóvenes marchamos largos caminos, dispuestos a ofrecer en unidad – como lo es la Iglesia Católica – tres días de peregrinar, bajo el amparo y guía de la Santa Patrona de Cuyo: la Virgen del Carmen.
Peregrinar ha sido una de las prácticas más devotas en la historia de la Iglesia, en la que los fieles se comprometen con el corazón, y toda la fuerza del cuerpo y el espíritu, a marchar largas distancia, bajo la amenaza de la intemperie, el frío o el calor, la lluvia y los vientos, en aras de llegar devotamente rendidos al Altar de Señor, de María Santísima, y de alguna reliquia de los Santos. Por ello peregrinar es un vivo reflejo de la realidad de la vida en este mundo, siguiendo las enseñanzas de Jesús: cargando a cuesta nuestras cruces y dolencias, y marchando, detrás de Él, hacia la Dicha del Cielo.
Por eso, el participar en esta peregrinación nos compromete a ofrecer los sacrificios que la misma exige, pero también a renovar nuestra profesión de Fe y reafirmar las virtudes cristianas, fundamentalmente aquellas que identifican al joven católico: la Alegría, la Devoción, la Fortaleza y la Caridad. Por ello, durante la misma, uno experimenta momentos de oración y meditación; recreación y eutrapelia; verdadera amistad y entrega desinteresada. Ser un peregrino es comprender que toda nuestra vida gira entorno a aquello que es bueno y verdadero, y que realmente enaltece al hombre: la Santa Misa. Porque es la Misa la ofrenda más agradable a Dios, y es la Fuente de Amor que nos acerca aún más a los brazos de la Madre.